martes, 21 de enero de 2014

Ser I D I O T A

Hay que ser realmente idiota para..



 


"Hace años que me doy cuenta y no me importa, pero nunca se me ocurrió escribirlo porque la idiotez me parece un tema muy desagradable, especialmente si es el idiota quien lo expone.
Puede que la palabra idiota sea demasiado rotunda,



 pero prefiero ponerla de entrada y calentita sobre el plato aunque los amigos la crean exagerada, en vez de emplear cualquier otra como tonto, lelo o retardado y que después los mismos amigos opinen que uno se ha quedado corto.


 En realidad no pasa nada grave pero ser idiota lo pone a uno completamente aparte,


y aunque tiene sus cosas buenas es evidente que de a ratos hay como una nostalgia, un deseo de cruzar a la vereda de enfrente donde amigos y parientes están reunidos en una misma inteligencia y comprensión, y frotarse un poco contra ellos para sentir que no hay diferencia apreciable y que todo va benissimo. ................




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Ahora estoy seguro de que


 no ser idiota es una de las cosas más importantes para la vida de un hombre, hasta que poco a poco me vaya olvidando, porque lo peor es que al final me olvido,


 por ejemplo acabo de ver un pato que nadaba en uno de los lagos del Bois de Boulogne,


 y era de una hermosura tan maravillosa que no pude menos que ponerme en cuclillas junto al lago y quedarme no sé cuánto tiempo mirando su hermosura, la alegría petulante de sus ojos, esa doble línea delicada que corta su pecho en el agua del lago y que se va abriendo hasta perderse en la distancia.


Mi entusiasmo no nace solamente del pato, es algo que el pato cuaja de golpe, porque a veces puede ser una hoja seca que se balancea en el borde de un banco, o una grúa anaranjada, enormísima y delicada contra el cielo azul de la tarde, o ....
 todo eso me parece tan hermoso y casi tan imposible que tenerlo ahí a mi alcance me llena
 de una especie de sauce interior, de una verde lluvia de delicia que no debería terminar más.


Pero muchos me han dicho que mi entusiasmo es una prueba de inmadurez

(quieren decir que soy idiota, pero eligen las palabras)

y que no es posible entusiasmarse así por

una tela de araña que brilla al sol, puesto que si uno incurre en semejantes excesos por una tela de araña llena de rocío, ¿qué qué va a dejar para la noche en que den King Lear?

A mí eso me sorprende un poco, porque en realidad

el entusiasmo no es una cosa que se gaste cuando uno es realmente idiota,

se gasta cuando uno es inteligente y tiene sentido de los valores y de la historicidad de las cosas, y

por eso aunque yo corra de un lado a otro del Bois de Boulogne para ver mejor el pato, eso no me impedirá esa misma noche dar enormes saltos de entusiasmo si me gusta como canta Fischer Dieskau.

Ahora que lo pienso la idiotez debe ser eso: poder entusiasmarse todo el tiempo por cualquier cosa que a uno le guste,

sin que un dibujito en una pared tenga que verse menoscabado por el recuerdo de los frescos de Giotto en Padua.

La idiotez debe ser una especie de presencia y recomienzo constante: ahora me gusta esta piedrita amarilla, ahora me gusta "L'année dernière à Marienbad", ahora me gustas tú, ratita, ahora me gusta esa increíble locomotora bufando en la Gare de Lyon, ahora me gusta ese cartel arrancado y sucio.

Ahora me gusta, me gusta tanto, ahora soy yo, reincidentemente yo,

el idiota perfecto en su idiotez que no sabe que es idiota y goza perdido en su goce,

hasta que la primera frase inteligente lo devuelva a la conciencia de su idiotez y


 lo haga buscar presuroso un cigarrillo con manos torpes, mirando al suelo, comprendiendo y a veces aceptando

porque también un idiota tiene que vivir, claro que hasta otro pato u otro cartel,


y así siempre....




Cortázar, Julio Florencio 


   nació 1.914    y estamos en .. 2.014





 

 

 









 





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